Arte comprometido, , arte político, arte de protesta, arte de propaganda, arte revolucionario… En fin, múltiples etiquetas para un fenómeno que resulta difícil delimitar. A todas ellas yo prefiero la de arte militante para referirme a la producción de imágenes durante el periodo de la Unidad Popular (UP). Y ello, porque al analizar las otras denominaciones constato lo siguiente:
1) Arte comprometido. Todo arte es comprometido a izquierda o a derechas, aún cuando sus hacedores digan no darse cuenta, lo que ocurre frecuentemente con los artistas de derechas. Esta negación del compromiso es la forma que asume el compromiso con el establishment. El “arte por el arte” no es sino la fórmula de un hacer que apoya la ideología y el poder de los grupos dominantes 2) Arte político Si usamos el término en un. sentido más amplio que la pura noción de un arte vehicular de un contenido político manifiesto (panfletario), llegamos a la conclusión de que todo arte es político: defiende o ataca una ideología dominante. 3) Arte de protesta o de resistencia : Kunst im Wiederstand, titulaban los alemanes una libro que con pretensiones enciclopédicas se refería al arte que denunciaba el fascismo, desde la Guerra Civil española hasta la Segunda Guerra Mundial. Icono mayor del arte de resistencia es sin duda, Guernica de Picasso. La protesta icónica es la imagen que se produce para oponerse a los abusos del poder, a las detenciones arbitrarias, a las torturas, a las masacres a los gobiernos dictatoriales o a las acciones represivas de los gobiernos seudo liberales. Es “Mayo del ‘68”. Es el arte solidario, el arte que se hace se hace en el exilio y que lo refleja. Durante el periodo de la UP los artistas abandonaron la protesta para producir imágenes que apoyaran la acción del gobierno. La protesta cuando se está en el gobierne carece de sentido. 4) Arte de propaganda. En un estado de derecho se vincula corrientemente a la lucha electoral, a los partidos políticos, a la imagen de los candidatos que participan en una elección. Fuera de este contexto en que la noción de propaganda política aproxima a publicidad. El término arte de propaganda se usa en sentido peyorativo, como sinónimo de un arte unido a regímenes totalitarios (l) 5) Arte revolucionario. La noción es difícil de precisar. Alude a una serie de problemas que no siempre se resuelven consecuentemente en la obra. Un cuadro o una canción pueden tener aspectos revolucionarios y ser desde otros puntos de vista terriblemente conservadores*. A parte de ello, a menudo es el contexto de la praxis política el que otorga carácter revolucionario a una imagen; lo que trae por consecuencia que si el contexto se invierte, puede incluso transformarse en un mensaje antirrevolucionario. Así un afiche que se hizo durante la UP en los momentos que se preparaba el golpe. El afiche cuya imagen era un trozo de fusil y cuyo texto decía “NO A LA SEDICIÓN”, en el contexto de la práctica política que se vivía durante el régimen de Allende, amenazado constantemente por la sedición, era un afiche revolucionario. Este mismo afiche, sin embargo, después del golpe de Pinochet, podría servir a la Junta para estimular el colaboracionismos intensificar la represión, pues la represión es entendida por los pinochetistas , diccionario en mano, como la oposición al gobiernos de los militares. Aquí se manifiesta, pues, una diferencia entre “uso revolucionario” y “contenido revolucionario”: un fusil no es de izquierda ni de derechas, depende de quien lo use. Y si “NO A LA SEDICIÓN” es una frase revolucionaria cuando se usa en relación con una práctica política que se opone a la sedición fascista, no tiene en cambio contenido revolucionario en-si , de esencia, pues su significado de connotación revolucionaria (detengamos o luchemos contra el fascismo) se precisa sólo en un contexto y desaparece al cambiar éste. La connotación del texto como la del fusil, si no está anclado en un contexto, depende estrictamente del contexto político en que circula. “Sedición -dice un diccionario oficial de la lengua española- es el alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público y la disciplina militar sin llegar a la gravedad de la rebelión” (2). Todo arte que se opone a la ideología dominante tiene aspectos revolucionarios, sin ser necesariamente la revolución (las armas del arte no pueden remplazar el arte de las armas) El carácter revolucionario de la imágenes surge del hecho de que se enfrenta a los símbolos de la ideología dominante y los sustituye por nuevos creando “otra” conciencia. Por cierto que esta “nueva” conciencia o estos “nuevos” símbolos pueden ser recuperados por la clase dominante, resignificados o alterados para expresar mejor su relación con el poder. Al interior de la sociedad autoritaria no bien surge un el símbolo contestatario este tiene que enfrentarse a la censura, disimularse en la clandestinidad, sin perjuicio del proceso de recuperación de del signo. Lo que se realiza corrientemente mediante dos mecanismos principales: que van por lo demás unidos: la comercialización y la banalización. A través de ellos busca –por ejemplo-desnaturalizar el “appel” revolucionario. Después de muerto el “Che”, por ejemplo aparecieron camisetas con su imagen en todas las boutiques. Conocí una de moda francesa que incluso se llamaba en un juego de vocablos entre el lunfardo y el francés Chez-Guevara. Por otra parte a través de los mass-media se pueden trabajar ciertas nociones banalizándolas. Es lo que hace el dibujante belga Hergé, quien utilizando como coartada, escenarios de América Latina, trata de banalizar el concepto de Revolución, afirmando que ella no cambia nada, que es otra forma de carnaval y escamoteando su significado inicial de lucha por la justicia social.(3). Sin perjuicio de las derivas posteriores.Todos los derechos reservados @miguelrojasmix